sábado, 26 de noviembre de 2016

El regalo de la Esperanza


Linus le EXPLICA LA NAVIDAD a Charlie Brown (en español)




¿No te sientes a veces como Charlie Brown? Su mejor amigo Lino va directamente al grano. Hay veces que nos perdemos discutiendo cuántos adornos o qué adornos son mejores que otros, y cual refleja mejor el espíritu de la Navidad, otros se ponen a discutir cuál es la mejor fecha para festejar o si tenemos que festejar o no. Nos perdemos en esas cosas en vez de enfocarnos en Jesús y en la esperanza que Él nos trajo. 

En una época del año que a menudo se caracteriza por un furioso ajetreo, el Adviento nos da la oportunidad de reservar algún tiempo para preparar nuestros corazones y centrar la atención en una historia que es mucho más grande que la nuestra, la historia del amor redentor de Dios por nuestro mundo. No es un tiempo para andar con simulaciones ni fingimientos, es un tiempo para profundizar en la realidad de lo que significa que Dios haya enviado a su Hijo al mundo. Es un tiempo de esperanza y de preparación, una ocasión que se nos ofrece para ponernos en sintonía con la presencia de Dios y no solo con la agitación febril que supone la compra de regalos. Por tanto, más allá de donde estés en tu crecimiento espiritual, te invito a que participes de este tiempo, un tiempo en el que se permiten toda clase de preguntas, de dudas y de luchas mientras tomamos el tiempo de preparar nuestros corazones para la venida de Cristo. 

¿Cuál ha sido tu tiempo de espera más prolongado? ¿Existe algo que hayas estado esperando durante toda tu vida? El pueblo de Israel sabía muy bien qué significaba esperar. Mientras aguardaban con vehemencia la venida de un Mesías que habría de libertarlos, toda su historia estuvo caracterizada por la espera. El Antiguo Testamento está lleno de profecías acerca de este Mesías. Isaías 7:14 es un ejemplo: “Por eso, el Señor mismo les dará una señal: La joven concebirá y dará a luz un hijo, y lo llamará Emanuel”.

Y otra profecía conocida de las promesas de Isaías dice así: “Porque nos ha nacido un niño, se nos ha concedido un hijo; la soberanía reposará sobre sus hombros, y se le darán estos nombres: Consejero admirable, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz” (Isaías 9:6).
Estas y otras profecías manifiestan una clara expectativa por el Mesías prometido de Dios 700 años antes de su llegada. La promesa, sin embargo, no siempre hacía fácil la espera. Y a medida que nos preparamos para la venida de Jesús en esta Navidad, participamos de esa espera del pueblo de Israel. Al igual que los israelitas, la mayoría de nosotros tenemos situaciones y circunstancias en nuestras vidas que hacen que nos resulte difícil esperar en Dios. Y al igual que ellos, aún aguardamos la consumación total de la salvación de Dios para el mundo. Sí, muchas profecías se cumplieron en la venida de Jesús, pero otras deberán cumplirse cuando regrese.

En el primer capítulo de Lucas se predice también el nacimiento de Jesús. Pero, a diferencia de las profecías del Antiguo Testamento, esta predicción tiene un carácter más personal e inminente. El ángel Gabriel se le aparece a María y le habla acerca de la venida de Jesús.

Lee Lucas 1:26-38 En medio de las cuestiones que nos plantea la vida, ¿No te dan ganas de que Gabriel se te aparezca y te anuncie lo que va a suceder? ¿No te gustaría saber lo que va a suceder? Pero, para María tampoco fue fácil... María recibió un mensaje directo del ángel Gabriel, pero aún (quizás especialmente) entonces necesitó fe para poner su confianza y su esperanza en Dios. Afortunadamente, María respondió en fe y se aferró a la esperanza de la promesa de Emanuel, Dios con nosotros.

Mientras permaneces sentado aquí ahora, es posible que la esperanza presente a la que te aferras no parezca estar cambiando nada. Tu corazón y tu mente tal vez están llenos de las preocupaciones, los estreses y las dificultades que enfrentas. Las señales de cambio en tus circunstancias actuales son casi nulas. Tu fe se basa en el conocimiento de que Dios fue fiel y que dio evidencias de esto en el pasado. Pero, tal vez, en la circunstancia en que estás metido todavía no ves la luz… Sin embargo, eso no significa que no esté produciéndose ningún cambio; no significa que Dios no esté obrando por detrás, dentro de otras personas o situaciones; no significa que no esté obrando en nuestros corazones para enseñarnos y moldearnos. 

Independientemente de la apariencia externa de los resultados que percibimos en un momento determinado, podemos hallar esperanza en las palabras de Hebreos 6:19: “Tenemos como firme y segura ancla del alma esta esperanza”.  La esperanza nos hace atravesar el tiempo de espera desde la siembra hasta la cosecha aunque no vemos los frutos todavía. Sin la esperanza abandonaríamos antes de recibir el resultado de nuestra fe.

Oración: Dios, gracias porque en este tiempo de Adviento nos permites desenvolver el regalo de la esperanza. Ayúdanos a recordar la esperanza pasada, a aferrarnos con firmeza a nuestras realidades presentes y a aguardar anhelantes la esperanza que tendrá su cumplimiento cuando Cristo regrese.

Bendición: “Que el Dios de la esperanza los llene de toda alegría y paz a ustedes que creen en él, para que rebosen de esperanza por el poder del Espíritu Santo” (Romanos 15:13).