Linus le EXPLICA LA NAVIDAD a Charlie Brown (en español)
¿No te sientes a veces como Charlie Brown? Su mejor
amigo Lino va directamente al grano. Hay veces que nos perdemos discutiendo cuántos
adornos o qué adornos son mejores que otros, y cual refleja mejor el espíritu
de la Navidad, otros se ponen a discutir cuál es la mejor fecha para festejar o
si tenemos que festejar o no. Nos perdemos en esas cosas en vez de enfocarnos
en Jesús y en la esperanza que Él nos trajo.
En una
época del año que a menudo se caracteriza por un furioso ajetreo, el Adviento
nos da la oportunidad de reservar algún tiempo para preparar nuestros corazones
y centrar la atención en una historia que es mucho más grande que la nuestra, la
historia del amor redentor de Dios por nuestro mundo. No es un tiempo para
andar con simulaciones ni fingimientos, es un tiempo para profundizar en la
realidad de lo que significa que Dios haya enviado a su Hijo al mundo. Es un
tiempo de esperanza y de preparación, una ocasión que se nos ofrece para
ponernos en sintonía con la presencia de Dios y no solo con la
agitación febril que supone la compra de regalos. Por tanto, más allá de
donde estés en tu crecimiento espiritual, te invito a que participes de este
tiempo, un tiempo en el que se permiten toda clase de preguntas, de dudas y de
luchas mientras tomamos el tiempo de preparar nuestros corazones para la venida
de Cristo.
¿Cuál ha
sido tu tiempo de espera más prolongado? ¿Existe algo que hayas estado
esperando durante toda tu vida? El pueblo de Israel sabía muy bien qué
significaba esperar. Mientras aguardaban con vehemencia la venida de un Mesías
que habría de libertarlos, toda su historia estuvo caracterizada por la espera.
El Antiguo Testamento está lleno de profecías acerca de este Mesías. Isaías 7:14 es un ejemplo: “Por eso, el
Señor mismo les dará una señal: La joven concebirá y dará a luz un hijo, y lo
llamará Emanuel”.
Y otra
profecía conocida de las promesas de Isaías dice así: “Porque nos ha nacido un niño, se nos ha concedido un hijo; la
soberanía reposará sobre sus hombros, y se le darán estos nombres: Consejero
admirable, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz” (Isaías 9:6).
Estas y
otras profecías manifiestan una clara expectativa por el Mesías prometido de
Dios —700 años
antes de su llegada. La promesa, sin embargo, no siempre hacía fácil la espera.
Y a medida que nos preparamos para la venida de Jesús en esta Navidad,
participamos de esa
espera del pueblo de Israel. Al igual que los israelitas, la mayoría de
nosotros tenemos situaciones y circunstancias en nuestras vidas que hacen que
nos resulte difícil esperar en Dios. Y al igual que ellos, aún aguardamos la
consumación total de la salvación de Dios para el mundo. Sí, muchas profecías
se cumplieron en la venida de Jesús, pero otras deberán cumplirse cuando
regrese.
En
el primer capítulo de Lucas se predice también el nacimiento de Jesús. Pero, a
diferencia de las profecías del Antiguo Testamento, esta predicción tiene un
carácter más personal e inminente. El ángel Gabriel se le aparece a María y le
habla acerca de la venida de Jesús.
Lee Lucas 1:26-38 En medio
de las cuestiones que nos plantea la vida, ¿No te dan ganas de que Gabriel se
te aparezca y te anuncie lo que va a suceder? ¿No te gustaría saber lo que va a
suceder? Pero, para María tampoco fue fácil... María recibió un mensaje directo
del ángel Gabriel, pero aún (quizás especialmente) entonces necesitó fe para poner
su confianza y su esperanza en Dios. Afortunadamente, María respondió en fe y
se aferró a la esperanza de la promesa de Emanuel, Dios con nosotros.
Mientras
permaneces sentado aquí ahora, es posible que la esperanza presente a la que te
aferras no parezca estar cambiando
nada. Tu corazón y tu mente tal vez están llenos de las preocupaciones, los
estreses y las dificultades que enfrentas. Las señales de cambio en tus
circunstancias actuales son casi nulas. Tu fe se basa en el conocimiento de que
Dios fue fiel y que dio evidencias de esto en el pasado. Pero, tal vez, en la
circunstancia en que estás metido todavía no ves la luz… Sin embargo, eso no significa que no esté
produciéndose ningún cambio; no significa que Dios no esté obrando por detrás,
dentro de otras personas o situaciones; no significa que no esté obrando en
nuestros corazones para enseñarnos y moldearnos.
Independientemente de la
apariencia externa de los resultados que percibimos en un momento determinado,
podemos hallar esperanza en las palabras de Hebreos 6:19: “Tenemos como firme y segura ancla del alma esta
esperanza”. La esperanza nos hace
atravesar el tiempo de espera desde la siembra hasta la cosecha aunque no vemos
los frutos todavía. Sin la esperanza abandonaríamos antes de recibir el
resultado de nuestra fe.
Oración: Dios, gracias porque en este tiempo de
Adviento nos permites desenvolver el regalo de la esperanza. Ayúdanos a
recordar la esperanza pasada, a aferrarnos con firmeza a nuestras realidades
presentes y a aguardar anhelantes la esperanza que tendrá su cumplimiento
cuando Cristo regrese.
Bendición:
“Que el Dios de la esperanza los llene
de toda alegría y paz a ustedes que creen en él, para que rebosen de esperanza
por el poder del Espíritu Santo” (Romanos 15:13).
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