“Y pido que, arraigados y
cimentados en amor, puedan comprender, junto con todos los santos, cuán
ancho y largo, alto y profundo es el amor de Cristo; en fin, que conozcan
ese amor que sobrepasa nuestro conocimiento, para que sean llenos de la
plenitud de Dios”. (Ef. 3:17-19).
En una investigación de la revista “Brides” en el 2014 sobre las bodas en EEUU, encontraron que el 19 %
de todos los compromisos ocurrieron en diciembre, convirtiéndolo así en el mes
más popular para comprometerse. Y, ¿saben cuál es el día en el que con más
frecuencia se realiza la “petición de mano”? Las estadísticas muestran que ese
día es el día de Nochebuena. Hay más personas que se comprometen en Nochebuena
que en el “día de los enamorados”. Los datos publicados por Facebook el año
pasado indicaron que Nochebuena es el día que escoge la mayoría de las personas
para comprometerse, el 2do es Navidad, 3ero Año Nuevo y, por último, el día de
los enamorados.
Y desde
luego, no es nada incorrecto celebrar el amor en este tiempo. Pero, centrar
demasiada atención en los abrazos y encuentros románticos puede impedirnos ver
con claridad cuál es la verdadera historia de amor de la Navidad.
Los desafío
pues, a no perder de vista la historia auténtica del amor —la historia de amor que ha sido escrita para todos nosotros, la historia del amor
verdadero, fiel, imperecedero y sacrificial. El amor de Dios al enviar a Jesús
es el único amor que cambia todas las
cosas.
Desde el instante mismo de
la creación, el amor de Dios se hizo ver en el mundo. El amor de Dios estuvo
con Adán y Eva en el huerto del Edén antes que el pecado entrara en el mundo y
aún después. Dios demostró su amor salvando a Noé y a su familia del diluvio y
otorgándoles un nuevo comienzo. En el Antiguo Testamento, Dios, en su amor, dio
los mandamientos y la ley como una vía para que su pueblo expiara sus pecados y
permaneciera conectado con él. Y su amor trastornó el mundo cuando envió a su
Hijo para que viviera entre nosotros—el Dios del universo que
nació en un establo, murió en la cruz y resucitó de los muertos. Solo el amor
pudo trastocar y derribar el poder de la muerte y del mal. “El amor más
grande que uno puede tener es dar su vida por sus amigos.” (Jn.15:13 DHH)
Sin embargo,
la historia de la Navidad no es un mero sentimiento. Es la historia del amor de Dios en
acción, el Dios del universo te ama tanto que lo abandonó todo para estar
contigo, para sacrificar su vida a fin de que tú pudieras estar con él. Este
amor es el segundo regalo de Navidad que desenvolveremos en este tiempo de
Adviento.
(“En tiempos antiguos Dios habló a nuestros
antepasados muchas veces y de muchas maneras por medio de los profetas. 2
Ahora, en estos tiempos últimos, nos ha hablado por su Hijo, mediante el cual
creó los mundos y al cual ha hecho heredero de todas las cosas.” Heb.1:1-2DHH)
- Aceptar su amor.
Pues Dios amó tanto al mundo, que dio a su Hijo único, para que todo
aquel que cree en él no muera, sino que tenga vida eterna. (Jn.3:16DHH)
Dios mismo te ofrece su amor. ¿Lo
aceptas? ¿O lo rechazas? Uno acepta el
regalo a través de creer y recibir a Jesús. Solo hay dos respuestas
posibles: aceptar o rechazar, SI o NO. “Espera” o “más
adelante” u “otro día” es lo mismo que decir “NO” a Dios. La invitación de Dios
está abierta hoy. Mañana no lo sabes. Puede que ya no vivas mañana o puede que
ya no tengas la oportunidad de decirle que si al regalo de Dios. Hoy es tu
oportunidad !!!
- Experimentar su amor.
Al ver las noticias de
Ohio o los comentarios de la campaña política, tal vez te hace preguntar si
existe todavía el amor. Es fácil permitir que la preocupación por el día de
mañana, o la semana o el año que viene, nos abrume y nos impidan sentirnos
amados.
Todas esas cosas importan,
Dios no te pide que las ignores para poder experimentar su amor. No estás
obligado a eliminar o deshacerte de la prisa ni de las preocupaciones. Dios te
invita a llevárselas, a entregarle las heridas y las preocupaciones más
profundas de tu vida y permitirle que te llene y te renueve con su amor. Y la
buena noticia es que el amor que él te da por medio de su Hijo Jesucristo es
suficiente. El apóstol Pablo describió ese amor que nosotros podemos experimentar
con estas palabras: “Pues estoy convencido de que ni la muerte ni
la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los
poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá
apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor”
(Ro. 8:38-39).
Después de aceptarlo, debes
experimentarlo. Para experimentar el amor de Dios debes aprender a RECIBIR AMOR y DAR AMOR. Las heridas y experiencias negativas del pasado pueden
haberte motivado a dejar de confiar en los demás, no creer en el amor, o dejar
de abrir tu corazón a los demás, te has encerrado para protegerte… pero eso te
ha dejado vacío de amor también. Cuando uno abre su corazón al amor, también
existe la posibilidad de que te hieran. Pero, eso no debe desanimarte. Aún así,
vale la pena amar y ser amado.
Ágape (una de las palabras para amor en griego): Es el amor verdadero,
fiel, imperecedero y sacrificial, el que viene de Dios y que Dios nos da a
nosotros para amar a todos nuestros prójimos. El amor de Dios que entre los
hombres crea una nueva realidad, es también el fundamento del amor interhumano.
Es el amor que nos permite valorar a nuestro prójimo, darle prioridad a otro en
vez de a nosotros mismos. Y Jesús va tan lejos como para decir que debemos amar
aún a nuestros enemigos.
Este amor de Dios completa
lo que le falta al amor Eros para hacer que nuestro matrimonio funcione. Es
este amor de Dios que hace que el amor filial dure y se haga posible (Simón, el
cananista y Mateo publicano). Este es el tipo de amor que tenemos que practicar
en todas nuestras relaciones. Es este amor que nos hace menos egoístas y más
generosos.
¡Que esta sea una
temporada en la que aceptemos plenamente el amor de Dios y lo experimentemos en
formas nuevas y profundas a medida que le abrimos nuestros corazones, nuestras
manos, nuestras mentes y nuestras vidas!
Durante
siglos se han escrito poesías, novelas, obras teatrales y canciones acerca del
amor. Cuando nos sentimos enamorados, se nota. No podemos disimularlo porque el
amor se desborda.
3. Compartir su
amor.
El regalo del
amor de Dios es igual, es para compartirlo. Y, de hecho, cuando compartimos
este regalo en vez de quedarnos con menos, produce más. Después que aceptamos y
experimentamos el amor de Dios, el próximo paso lógico es compartirlo, dejarlo
que brote de nosotros e inunde a todos los que están a nuestro alrededor.
Juan explicó
este proceso en 1 Juan 4:9-11DHH: “Dios mostró su amor hacia nosotros al enviar
a su Hijo único al mundo para que tengamos vida por él. El amor consiste en
esto: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a
nosotros y envió a su Hijo, para que, ofreciéndose en sacrificio, nuestros
pecados quedaran perdonados. Queridos hermanos, si Dios nos ha amado así,
nosotros también debemos amarnos unos a otros.”.
El amor de
Dios viene a nosotros y fluye a través de nosotros. Cuanto más lo aceptemos y
lo experimentemos, más querremos compartirlo con los demás. El amor cuanto más
lo damos, más tenemos…
En los
tiempos cuando Brooklyn era un lugar donde la gente tenía miedo de caminar por
la calle.
Nicky Cruz, que era el temido líder
de los Mau Mau de Brooklyn. Dice del predicador David Wilkerson:
"Él sabía que una bala podía
atravesarlo, que podía morir, pero se quedó firme, porque era obediente a
Jesús. Jesús le envió allí para llevar el mensaje a las
pandillas.... Yo casi lo mato, porque realmente estaba totalmente lleno de
odio. Fue entonces cuando me dijo que Jesús me amaba. Cruz
recuerda: “Le escupí al pastor en la cara, y lo golpeé diciéndole: no creo en
lo que usted dice, ¡salga fuera de aquí!”. Pero el pastor David le dijo
enseguida: “Me puedes cortar en mil pedazos y arrojarlos a la calle, y cada pedazo te
seguirá amando”. Esas palabras cambiaron la vida de Nicky Cruz para el
resto de su vida hasta que llegó postrado a los pies de nuestro Señor
Jesucristo. (de "La Cruz y el Puñal" de David Wilkerson).
¿Cómo compartirías
el amor de Dios en esta temporada?:
·
Dedicar cierto
tiempo para disfrutar de tu familia,
·
Ponerte en contacto
nuevamente con un amigo que se ha alejado.
·
Podría significar
servir al prójimo o a algún desconocido,
·
Buscar a alguien
que sospechas que se siente solo o lastimado.
·
Perdonar a alguien que te ha herido o
·
Pedirle disculpas a
alguien a quien tú has ofendido.
Piensa ahora
mismo en alguna vía por la que puedas compartir el amor de Dios durante esta
semana, y entonces, mantén tu corazón y tus ojos abiertos al mundo que te rodea
mientras se acerca la Navidad.
Mantengamos
centrada nuestra atención en hacer de este Adviento un tiempo de amor que haga
un mayor impacto que los adornos y las canciones navideñas. Deleitémonos en el
amor de Dios y dejemos que brote de nosotros para que otros puedan conocerlo.
¡Que este sea un tiempo para aceptar, experimentar y compartir el regalo del
amor de Dios de un modo nuevo y más intenso!